En los 90 llegó a ser el periodista más poderoso del país. Nadie se negaba a sentarse en su programa de tevé. A los 14 años, ingresó a la Editorial Haynes, propietaria del periódico El Mundo.
Fue en Clarín donde se terminó por dedicar al periodismo político. Allí compartió la redacción con Jacobo Timerman, con quien tuvo amplias discrepancias. En 1961, llegó por primera vez a la televisión, en la que trabajó con Lidia Satragno («Pinky»), en Nosotros. En 1964 fundó la revista Todo y en 1965 el mensuario Extra.
En 1966 dio inicio al programa político Tiempo Nuevo, que lo llevaría al primer plano nacional durante tres décadas, y por el que desfilaría toda la dirigencia política y militar argentina. En ese programa, utilizó recursos comunicativos que serían muy recordados, como dirigirse a «Doña Rosa», un arquetipo del ama de casa argentina, o frases como «lo dejamos ahí», «terminé» y «duermo cuatro horas».
Incluyó en su programa a Mariano Grondona, quien había sido un abogado conservador, otorgándole el papel de intelectual reflexivo que lo haría famoso (con el tiempo, Grondona se independizó con su programa Hora Clave).
Se lo acusa de que desde su participación en la revista Todo incitó a las fuerzas armadas a levantarse contra el gobierno de Arturo Illia. Dicho levantamiento se materializaría en el golpe de Estado del 28 de junio de 1966.
En 1975, publicó Creer, revista de economía y negocios. Condujo programas de radio: En privado, El clan del aire, Belgrano Show, Nuevo día, De vuelta, Prohibido para hombres y Despertando con Bernardo Neustadt. En sus emisiones se dieron a conocer periodistas como Daniel Hadad, Miguel Bonasso, José «Pepe» Eliaschev, Magdalena Ruiz Guiñazú, Marcelo Longobardi, Juan Carlos de Pablo y Clara Mariño.
En 1987 obtuvo el Premio Konex de Platino por su labor periodística televisiva.
Fue muy crítico con el gobierno de Raúl Alfonsín en lo que hizo al manejo de la economía. Esto le valió una citación del propio Alfonsín a la quinta presidencial de Olivos. Durante este gobierno su programa volvió a ser levantado. Fue una de las voces más influyentes pidiendo por la privatización de la Empresa Nacional de Telecomunicaciones EnTel, y debido a esto en 1987 fue agredido en la puerta de Canal 13 por empleados y delegados de dicha repartición.
En 1989, Neustadt tuvo un enfrentamiento, por razones políticas y profesionales, con Mariano Grondona, quien había sido su compañero de programa por casi 30 años, cuando se separaron. Años después recompondrían su relación personal, pero salvo algún evento ocasional, no volverían a trabajar juntos.
En el desempeño de su oficio, hizo públicas sus ideas conservadoras y antiperonistas, su adhesión a la candidatura del radical Eduardo Angeloz en 1989 y su apoyo al gobierno del peronista Carlos Menem, durante el cual llegó a organizar en 1990 una manifestación popular de apoyo al gobierno en la Plaza de Mayo que él denominó como Plaza de Sí.
La televisión argentina tuvo durante el siglo XX su apogeo. Uno de los referentes de los programas de política durante esa época fue Bernardo Neustadt. El primer hombre que dio a conocer su opinión en materia de coyuntura y darle su mirada única a su programa «Tiempo Nuevo».
Este fue el ciclo que lo impulsó profesionalmente y lo convirtió en una de las más respetadas voces de la pantalla chica. Durante su estreno, en 1966, no sabía el éxito que le esperaba. Más de tres décadas al aire para Neustadt, en las que utilizó y popularizó términos como «Doña Rosa», un arquetipo del ama de casa argentina.
Además, «lo dejamos ahí», «terminé» y «duermo cuatro horas», son frases que quedarán para siempre en el inconsciente colectivo. Su muerte, a los 83 años en su casa de Martínez, tuvo lugar ni más ni menos que el 7 de junio de 2008: el Día del Periodista.
Durante su larga trayectoria entrevisto a las figuras más destacadas del país. Desde Raúl Alfonsín -en el retorno a la democracia- hasta Carlos Saúl Menem, fueron interpelados por Neustadt. Diego Maradona, Domingo Cavallo, Julio Grondona, son algunas de las figuras que se sentaron junto al conductor.
En sus últimos años recibió todo tipo de galardones. En 1998, fundó FM Milenium, señal radial que fue distinguida con el premio Martín Fierro, un premio Santa Clara de Asís y, en el 2000, fue premiado con dos medallas por «Mensaje ecológico» y «Mejor mensaje religioso» en el Festival de Radio Internacional de Nueva York.
El inolvidable último adiós de Neustadt
Tiempo Nuevo contaba con una particular cortina. Se trataba de «Fuga y misterio», música de Astor Piazzolla. Ambos tenían una gran amistad. Inclusive, hay registros de ellos almorzando en la mesa de Mirtha Legrand.
Falleció el 7 de junio de un paro cardiorrespiratorio mientras almorzaba en su casa de Martínez. Y hubo en la prensa crónicas lúgubres y sensacionalistas sin testigos ni pruebas acerca de su fortuna y de su herencia; hasta se dijo que había muerto pobre, una soberana tontería.
El sepelio, al que asistieron Menem y De la Rúa, tuvo lugar en el Parque Memorial de Pilar, y allí se cumplió su voluntad de siempre: la lápida reza «aquí yace un hombre que ayudó a pensar». La agencia DyN consignó que los deudos y allegados arrojaron pétalos de rosa sobre el césped y que su viuda declaró: «Gracias por todo lo que nos dio a todos los que estamos acá».
El oficio religioso fue celebrado por un párroco del San Vicente de La Plata, aquel colegio de pupilajes y tristezas al que inexplicablemente sus padres lo habían confinado con apenas seis años. El sacerdote recordó que Neustadt «había aprendido a amar desde la falta de amor».
Mariano Grondona, frente al ataúd y entrecortado por el llanto, tomó la palabra y dijo: «Bernardo no eligió el periodismo, fue elegido por el periodismo. No es que amó la Argentina, fue amado por la gente. Esa generosidad de respuesta a una vocación y a una patria seguirá con todos los que lo conocimos, y es para nosotros también un mandato al que le deberemos nuestra respuesta».
Otro amigo deseó que al llegar al cielo lo recibiera Astor Piazzolla con su fuelle y pidió que todos entonaran juntos y a capella los compases de «Fuga y Misterio». Lo hicieron, en un raro momento que bordeaba el ridículo, la emoción más honesta y una cierta grandiosidad mítica.
Bernardo Neustadt murió el Día del Periodista. Las vueltas de la vida, las gracias del destino.