Máximo y Cristina Kirchner iniciaron la campaña contra los planes de reelección, con foco en el concepto de “devolver la alegría” al electorado. El Presidente se muestra firme y cree que tiene chances si el Gobierno logra bajar la inflación.
Luego de la negativa de Javier Milei, de La Libertad Avanza, de apoyar una reforma de la ley electoral para suspender las elecciones primarias, y una vez terminado el poroteo correspondiente, el kirchnerismo terminó de asumir, esta semana, que no tiene posibilidades de suspender las elecciones primarias. Sin embargo, la decisión de trabajar para impedir la candidatura de Alberto Fernández en 2023 sigue firme, y se canalizará a través de una suerte de operativo desgaste, que correrá por las vías discursivas y por las negociaciones, tras bambalinas, con el resto de los actores del Frente de Todos.
Durante las últimas semanas, los gobernadores del PJ y varios intendentes blanquearon sus deseos de dar de baja las PASO para 2023, e iniciaron sendos diálogos en el Congreso para avanzar con una reforma. Cristina y Máximo Kirchner, aunque no dejaron en claro cuál era su postura, abrieron el debate. “La gente está para definir, para votar, pero las discusiones internas se tienen que dar dentro de los partidos políticos, porque eso revitaliza la discusión interna. La discusión es pública, el 100% de los gobernadores y gobernadoras se manifestó a favor de que no haya cuatro elecciones en el año”, había dicho el ministro del Interior, Eduardo “Wado” De Pedro, la semana pasada.
Los planes se vieron frustrados esta semana, en parte por la indecisión de los líderes K, y por la negativa de Milei de darle apoyo, aunque por motivos distintos. El propio De Pedro, muy cercano a Cristina Kirchner, y el jefe de gabinete, Juan Manzur, especie de representante de los gobernadores en la Casa Rosada, lo comentaron el martes, en una reunión privada, según informaron testigos a este medio. Y al día siguiente, el ministro de Cristina Kirchner se ocupó de informar, especialmente, a través de una gacetilla de prensa, que se habían terminado las rondas con apoderados de los partidos de todo el país. Los encuentros, dijeron en la cartera política, fueron previos a la “inminente” apertura de los procesos administrativos de cara a los comicios 2023.
El mensaje fue leído en la Casa Rosada como señal de que en el kirchnerismo ya dan por sentado que el cronograma continuará tal y como está planteado, sin reformas. “Nunca se sabe, pero lo más probable es que no pase. No hay tiempo, no dan los números”, admitieron en un importante despacho de La Cámpora, que prefería que el candidato del frente para el próximo año se decidiera a dedo, como en las últimas elecciones.
Obturado el plan de los gobernadores del PJ a tratar una reforma de la ley electoral para avanzar contra las PASO, la tropa K no planea darse por vencida. Al contrario, iniciará un operativo de desgaste contra la reelección de Alberto Fernández. “Si la discusión, por el motivo que sea, no se pudo dar en el terreno formal, se tendrá que dar de cara a la gente”, dijeron en La Cámpora.
El plan tuvo su apertura formal en los últimos discursos de Cristina y Máximo Kirchner. En los últimos ocho días, Máximo Kirchner le dedicó dos tramos de sus extensas presentaciones ante la militancia a asentar su desaprobación. El anteúltimo sábado, en la ex ESMA, lo resumió en una frase futbolera: “Hay que transpirar la camiseta, no pensar si en las elecciones me van a elegir o no. Es hoy. ¿Cómo vamos a esperar que la gente nos escuche con un 6 a 7 por ciento de inflación mensual?”, dijo, ante funcionarios y dirigentes de su riñón.
Y ayer retomó el mismo concepto frente a intendentes y concejales, en el esperado encuentro del congreso del PJ bonaerense, en Mar del Plata: “No puede pasar otra vez, en un frente como el nuestro, amplio, que aquellos que se valen de construcciones colectivas, una vez que esa construcción colectiva lo lleva a un lugar tan importante, inicien una aventura personal. Para aventureros está el turismo. La política es responsabilidad. Para eso se va a esos lugares. No para poner cara de víctima y de yo no fui. Tristes están las personas que no llegan a fin de mes”, dijo. La semana pasada había deslizado ideas similares, aunque de manera más sutil, durante una entrevista con El Destape.
El día previo, Cristina Kirchner se había expresado en una línea similar, al justificar “en el contexto” su decisión de nombrar a Alberto Fernández como candidato en el contexto de 2019. El mensaje, emitido en Pilar frente a los trabajadores de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), fue un dardo envenenado contra el primer mandatario, que por estos días le dice a quien lo escuche que, si bien él llegó gracias a la lapicera de CFK, está en contra de ese mecanismo de selección de candidaturas, porque, en una democracia, considera que debe ser “excepcional”.
En el kirchnerismo adelantan que la línea esbozada ayer por la vice, y ratificada al día siguiente, con mayor vehemencia, por su hijo, Máximo, se profundizará en la voz de Cristina Kirchner el próximo 17 de noviembre, cuando la vicepresidenta encabece un acto por el Día de la Militancia en el Estadio Único de La Plata.
Ayer, algunos funcionarios la vieron “apagada”, e inclusive, “confundida”. Y relacionaron el estado de ánimo con el hecho de que era la primera vez que se presentaba en un encuentro masivo después del intento de asesinato. Además, lo vincularon con el entorno. En el mitin político de los metalúrgicos, CFK compartió micrófono con el intendente, Federico Achával; y con el líder gremial de la UOM, Abel Furlán; en un escenario donde, además, habían ubicado a todos los secretarios. Y le habló a obreros que, a pesar de que por momentos la vitorearon y pidieron por su candidatura a la Presidencia, no se mostraron comprometidos con el discurso. En la capital bonaerense, en cambio, será la única oradora, y estará rodeada de militantes propios, por lo que se espera otro poder de fuego, más potente, dijeron fuentes allegadas.
A pesar de la manifiesta desaprobación del sector mayoritario del conglomerado oficialista, Alberto Fernández se muestra decidido a competir y repite ante sus interlocutores de confianza que realmente cree que tiene chances en la interna. No tanto por el caudal electoral propio, sino por la merma que sufrió, en porcentajes, el respaldo a Cristina Kirchner. En su entorno aseguran que, según los guarismos que manejan, la vicepresidenta perdió 10 puntos en comparación con el caudal que poseía en 2019. “Ya no está en treinta y pico, está en 24. Tiene que admitir que no es lo mismo que antes”, dijeron en un importante despacho de la Casa Rosada.
La imagen de Alberto Fernández también empeoró, admiten, pero creen que es “remontable”, y aducen motivos cualitativos. “No es lo mismo que te vean con falta de iniciativa o propenso a cometer errores, que como un ladrón. De lo primero no se vuelve”, dijo un importante dirigente del espacio moderado que rescata que las perspectivas positivas de los votantes sobre el Presidente se basan en que es “intachable”.
De todas formas, la principal fórmula de éxito, repiten en Balcarce 50, es mostrar mejoras en la economía. Específicamente en la variable de la inflación, la más tangible para el electorado. De máxima, aspiran a disminuir un punto del IPC por mes, para llegar competitivos al cierre de listas, una tarea titánica y poco probable. De mínima, se ilusionan con la posibilidad de que la imagen del Gobierno mejore con el “efecto a la baja”, aunque sea “por centésimas”, como coincidieron en analizar, por separado, dos colaboradores del Presidente. Uno de ellos admitió que incluso se conformarían con una mera estabilidad de los precios.
De todas formas, se resignan a proyectar en el mediano plazo, un lapso que, con los tiempos complicados, comprende los meses del verano. Para esta semana se preparan para volver a enfrentar un número alto, que según consultoras privadas, probablemente se ubique nuevamente por encima del 6 por ciento mensual.
Más allá de la posibilidad de cumplir con las metas económicas en la carrera pre-electoral, los colaboradores del Presidente se quedan prácticamente sin palabras cuando aparece, en sus charlas políticas, el factor Massa. Aunque intente disimular sus aspiraciones electorales, el ministro de Economía tiene, con matices, el mismo plan que Alberto Fernández: fortalecerse a través de una mejora en la economía. La pregunta principal en el Gobierno hoy gira en torno a quién podrá capitalizar, en intención de voto, el -eventual- alivio en los bolsillos.
El ala dura del Gobierno no tiene aún un candidato firme para los próximos comicios. La lista de posibles contendientes es larga, y está integrada por funcionarios nacionales y gobernadores, que esperan el visto bueno o el veto de Cristina Kirchner. Pero un factor sí está decidido: la negativa a aceptar que el Presidente vuelva a postularse.