Con la muerte del Papa Francisco, la Iglesia católica comienza un ritual que regula desde su despedida y sepultura hasta la elección de su sucesor. En esta oportunidad, la tradición tendrá ciertos matices.
Ante la muerte del papa Francisco, la Iglesia católica comenzó un ritual que regula desde el velatorio y el entierro del Sumo Pontífice fallecido hasta la elección de su sucesor. Sin embargo, fiel al estilo del argentino, la tradición contará en esta oportunidad con ciertos matices de austeridad.
De acuerdo al protocolo del Vaticano, son nueve los días de duelo con homenajes y el funeral tendrá lugar en la Basílica de San Pedro, en donde se expondrá el cuerpo para la despedida pública, mientras que la sepultura debe realizarse entre el cuarto y sexto día luego del deceso.
De acuerdo a lo que confirmaron de este martes por parte de los cardenales reunidos en el Vaticano tras el fallecimiento pontificio, la primera de las ceremonias en su honor comenzará el miércoles 23 de abril -cuando los restos serán trasladados desde Santa Marta hacia la citada basílica-; mientras que los restos del Sumo Pontífice serán inhumados el sábado 26 de abril.
En cuanto al lugar de su entierro, aunque los cuerpos del resto de sus predecesores yacen en las grutas que están debajo del templo de la Santa Sede, Francisco manifestó en vida -y dejó escrito en su testamento- su deseo de que fuera en otra zona.
En este sentido, el Santo Padre reveló a fines de 2023 que quería ser sepultado fuera del Vaticano, en la Basílica de Santa María la Mayor, en Roma, donde efectivamente será llevado en su ataúd simple de madera y zinc, forrado internamente con terciopelo rojo. El traslado hasta allí se producirá luego de una misa en su honor el sábado a las 10, en San Pedro.
Además, Jorge Bergoglio -como era conocido antes de llegar a liderar la Iglesia católica y elegir su nombre papal inspirado en un santo caracterizado por la austeridad- simplificó el año pasado el ritual de los funerales pontificios.
En este marco, eliminó los tradicionales tres cofres de ciprés, plomo y roble y, en su lugar, será depositado en un féretro más sencillo. Asimismo, suprimió el catafalco -plataforma elevada y adornada en honras fúnebres solemnes- y el báculo papal.
Según explicó entonces el maestro de las Celebraciones Litúrgicas de los Pontífices, el arzobispo Diego Ravelli, Francisco «pidió simplificar y adaptar algunos ritos para que la celebración de las exequias del Obispo de Roma expresara mejor la fe de la Iglesia en Cristo resucitado». Particularmente, su deseo era que el nuevo protocolo subrayara «aún más que el funeral del Romano Pontífice es el de un pastor y discípulo de Cristo y no el de un poderoso hombre de este mundo».
Se espera que medio millón de feligreses, además de decenas de jefes de Estado, líderes y monarcas de todo el mundo, asistan a brindar su último adiós al Papa «del fin del mundo», el primer jesuita y latinoamericano en convertirse en el máximo representante de más de 1.400 millones de católicos.