Nacido el 11 de agosto de 1959, impulsó a partir de los 80 una movida musical y estética que estalló a nivel local y también alcanzó una imponente repercusión internacional.
Refinado como guitarrista, autor y cantante, dotó de impronta propia a la rica tradición rockera argentina y logró tender un fecundo puente entre esa historia y los oídos atentos a las nuevas movidas globales. Junto a su compañero en la Universidad del Salvador Zeta Bosio y luego sumando al baterista Charly Alberti, se fue gestando Soda Stereo, un terceto nacido como heredero directo de la new wave que entonces cultivaban The Police y Television.
La permitida «alegría bailable» que acompañó el fin de la dictadura fue un ámbito ideal para consagrar a álbumes como «Soda Stereo» (1984) y «Nada personal» (1985), donde descollaron la ironía y la voz de Gustavo. Hacia 1986 y antes de la edición del magnífico «Signos», el terceto inició un periplo latinoamericano que un año después alcanzó una estatura notable con 22 presentaciones en 17 ciudades de siete países, donde fue aplaudido por unos 200.000 espectadores. Con esa gira plasmada en el disco «Ruido Blanco», el trío forjó la «sodamanía» que atravesó a la región y donde la influencia de la banda perdura hasta nuestros días.
«Doble Vida» (1988), que produjo Carlos Alomar y «Canción animal» (1990) fueron dos peldaños más de una escalera que el 14 de diciembre de 1991 convocó a 250.000 personas en la 9 de Julio y que en 1992 desembocó en «Dynamo».
Después de un tiempo separados, los Soda volvieron a reunirse para grabar «Sueño Stereo», que mostraba los diferentes estilos que cultivaban sus tres miembros, giró y registró «Comfort y música para volar» (grabado para MTV) y se separó tras una imponente serie de shows en el estadio de River donde inmortalizó su devolución de gentileza a los fans con la frase «gracias totales».