French, 9 de Julio, Buenos Aires. (CP. 6516).
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El Pueblo.
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Un pueblo, según los diccionarios es una “población más pequeña y con menor número de habitantes que una ciudad dedicada especialmente a actividades relacionadas con el sector primario”. Pero yo creo que es inmensamente más amplio su significado.
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Un pueblo es una gran casa, aquel lugar donde todos los vecinos se conocen, muchos pertenecen al mismo grupo familiar, y otros llevan amistades con herencia de antepasados.
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El pueblo, con un largo acceso que conduce a una amplia avenida principal que nos lleva a su plaza, esa plaza que lleva escrita toda la historia del poblado muchas veces adornada, con artesanos, fiestas locales, mates, charlas, amistades, niños corriendo, jugando, nos trae recuerdos. Ni hablar de lo que se hace, más bella aun con la majestuosa vista de la capilla o iglesia, su gran entrada y fachada tan característica.
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Sin irme tan lejos, continuo, luego de la gran avenida con las angostas calles que conducen a lo de fulano y mengano, al hogar de la abuela y el almacén del hijo de tal; casas que tienen años, aquellas que dieron forma a nuestro amado pueblo y muchas de ellas aún siguen de pie decorando el lugar. Viviendas construidas con sacrificio. Entre aquellas, se mezclan algunas modernas, pero no dejan de ser casas de pueblo, con habitaciones grandes, para que todo pariente que quisiese venir, pues venga, el infaltable gallinero, la huerta y los frutales, la cocina a leña, que nos dan lugares a ese aroma que se siente por todos lados, a un pan casero, una tortita de manzana, al domingo de asado, pastelitos y juegos en la casa de “la vieja”. Y ahí entramos en otro asunto, los dueños, personas amables, que siempre están para darle una mano a quien lo necesite, y si es algo pa’ beneficio del pueblo, con más entusiasmo y dignidad se hace.
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Siguiendo el trayecto, habiendo recorrido todas esas hermosas viviendas, aquellos terrenos baldíos con un caballo, una oveja, un ternerito y las gallinas cruzando la calle apurada, paso por cada almacén, lugar de charla y compra, principalmente de charla, donde compras un paquete de fideos o un tornillo que hace falta para el trabajito que estás haciendo y el almacenero sin ningún problema se acerca a la casa para dar una mano. Almacén, verdulería, y ferretería con algo más. Continuando y a la vuelta de la esquina, el maravilloso club, salón grande, lleno de bailes y eventos, pedacito de historia de cada ciudadano que te hace sentir un orgullo inexplicable al mencionarlo, porque representa desde al más pequeño, hasta el más anciano, al que ama el futbol y al que no, pero lo sigue por su gente, porque es parte del lugar y sus vivencias. Una extraordinaria cantina, que es el lugar más atesorado de la sociedad, porque no solo se le tiene afecto por ser la cantina, sino que ahí te reunís a festejar un partido victorioso o a charlar de una derrota después de la cancha, porque aquí hay apoyo, vas con tus amigos a jugar un pool, tomar un trago, las cartas, joder un rato y de repente, miras alrededor y todos están con todos, porque tiene eso, todos somos amigos y nos sentamos a tomar una cerveza sin ningún problema.
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Pueblo, lugar de gente querida, gente que para la fiesta local, deja todo para que salga mejor que el año anterior, porque eso, te da felicidad, nada más lindo, que trabajar para un mismo bien y hacer crecer lo que tanto se aprecia. Noches de corsos, espuma, los chori con fritas y la familia. Detrás de eso, inmenso trabajo.
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Lugar soñado para aquella persona de ciudad, lugar único para los aquerenciados.
Pueblo, lugar de mil profesiones, carpinteros, albañiles, herreros, camioneros, esquiladores, domadores, tractoristas, agricultores, artesanos, costureras, cocineras, peluqueras y lo que no se sabe, se aprende, o si no se le pregunta al vecino.
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Pueblo, lugar sano, lleno de sueños, proyectos, amor, trabajo y descanso, lugar rural rodeado de casas, lleno de afectos. Costumbres y tradiciones.
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Pueblo, lugar añorado, hogar de la abuela, los primos o el tío, sitio de apodos y sobrenombres.
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Se habrán dado cuenta, a lo largo de la lectura, que escribo en tiempo pasado, “donde se hacían”, “habían”, “estaban”, ya que lamentablemente, muchas de las tradiciones se perdieron y se traspapelaron entre tanto caos en el que se vive actualmente, tiempos difíciles, pero tal vez ahora importan otras cosas, tal vez, el avance tecnológico deja atrás muchos valores, pero está en cada uno dejarse llevar por el camino. A pesar de las circunstancias, los golpes, y las trabas, el pequeño pueblo y su gente, tienen la capacidad de saber sobrellevar los problemas, solo es cuestión de frenar, mirar a nuestro alrededor y usar el dialogo como producto de solución, porque así siempre fue, y así debe ser. Afrontar todo unidos, como cuando se organiza un evento, como cuando se va al club o a la cancha.
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No perder esa esencia de pueblo, con aroma a que todo está bien, y lo que no, lo estará; frenar la desaparición de nuestras tradiciones, aquellas que nos enseñaron de chicos, las que nuestros antepasados la tenían clara, y nuestros gauchos presente. La que nos sirve para tener una vida clara, sana y tranquila.
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Es difícil convivir en sociedad, pero busquemos la vuelta, hablemos, y dejemos de callar, actuemos, y dejemos de quedarnos sentados esperando que alguien más lo haga por nosotros, porque nadie se tomara ese trabajo. Solucionemos los inconvenientes como pueblo unido, demos apoyo a los que se preocupan, y siempre con honestidad, sin dejar de lado los valores, la ética y las convicciones, pero si haciendo a un costado colores políticos y ambiciones. Así se llegara lejos, y se mantendrá viva la esencia que no ha de perderse entre tantos cambios.
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Lo malo siempre esta, los defectos, brotan, pero hay que transformarlos.
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PARA TODOS LOS PUEBLOS DE NUESTRO QUERIDO PAÍS, Y DEL MUNDO.
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Por Santiago Delgavio.
